Colaboracion 3

Era una tarde con un sol tímido escondido detrás una manada de nubes envueltas por un viento que viajaba a través del cielo, luego entre edificaciones, y más tarde por las calles hasta entrar por la puerta abierta de una cafetería estilo americano, abriéndose paso entre los comensales y las meseras, agitando levemente el traje burdeo de aquel que internet se hace llamar Garravizzo.

—Fresa, helado de frutilla, trozos de cereza, mermelada de mora al fondo, crema en la punta, y muchos colores. Esta es la receta de una presentación perfecta. Me encanta—miró sonriente la malteada unos segundos, apoyando su mejilla sobre un puño cerrado que descansaba sobre la mesa.

Lentamente dejó de sonreír, y revolvió todo con su sorbete. Una tarde agradable, hasta que dejó de serlo.

Garravizzo sacó el celular sin batería de su bolsillo, lo sostuvo entre su hombro y oreja, y sin dejar de revolver con el sorbete, comenzó a hablar.

"Entonces, así es como sabes de mí"

En la mesa de atrás, un hombre de cabello rosado muy pálido, casi durazno, detuvo por un segundo la cuchara que iba a su boca, tragó un poco de saliva, y reanudó su comida.

"Si, si. Fue toda una sorpresa, cariño. No estoy acostumbrado a recibir cartas por San Valentín, pero la tuya me dejó sin palabras, sin duda una grata sorpresa", sorbió un poco de su malteada.

El hombre de atrás sacó su teléfono y comenzó a grabar mensajes de audio a un grupo de chat donde solo se encontraba él mismo. "Hola, Darla. Si, soy yo, Denis. Disculpa que te ande enviando mensajes a esta hora, es solo que no me pude aguantar más las ganas de decirte esto. Desde la primera vez que te vi, supe que eras especial, y quise verte de nuevo. ¿Nos encontramos aquí mañana? Espero tu respuesta, bye bye".

"Jaja, por supuesto, cariño, es algo que me suelen decir", dio otro sorbo, "hay muchas cosas de las que me gustaría hablar contigo, pero cuando estemos en casa, ¿si? No, en la casa. Es que si me escuchan aquí lo que quiero decirte se arma un escándalo, jaja".

"¡Hola, Carlitos! Oye acuérdate de sacar la ropa que", mastica la carne, "que ya se está haciendo tarde y no voy a alcanzar a llegar yo. Pero cuélgala bien alto para que los perros no alcancen nada, ¿ya? Chao".

"Ah, si, he escuchado de esa película. Creo que va sobre la pasión de un artista por su obra, pero la maldicen y cosas malas suceden cuando nadie la aprecia, uhhhh, qué miedooo. Me acuerdo que había un poster muy bueno sobre ella pero lo tuvieron que borrar por culpa de derechos de autor, una pena. Pero sea como sea, me encantaría verla contigo, cariño," da un gran sorbo, "a la hora que tú quieras".

"Oye, eh, Víctor, ¿cómo está la familia? Te hablaba porque quería saber donde le vamos a celebrar el cumpleaños al E—", Denis dejó de hablar.

"La malteada estuvo casi tan buena como su atención, señorita. Que tenga bonito día", Garravizzo se acomodó su camisa, tomó una servilleta, se limpió la boca, y la dejó caer sobre la mesa de Denis mientras se retiraba del recinto.

Denis le vio salir, luego tomó la servilleta y la abrió. Hay números escritos con restos de crema de fresa.

"Mejor voy a preguntártelo de frente, Víctor", siguió comiendo.


De noche, Denis se adentró en un barrio que desconocía, lejos de la cafetería, y rodeado por edificios altos y casas viejas y grises. A medida que caminaba y giraba en las esquinas, las cosas comenzaban a sentirse diferentes. Pequeños detalles, como los ladridos de los perros que de aleatorios se convertían en un extraño patrón aullante, pisadas de gatos en los techos de lata que comenzaban a tomar un ritmo tribal, el sonido de las sirenas de la policía y bomberos oyéndose en reversa, e incluso el sabor del viento era diferente.

Rodeó unos departamentos, giró en una esquina y caminó hasta que se encontró con un callejón oscuro que acababa en un humo coloreado por una tenue luz rosada. Con los números contentados y el rompecabezas resuelto, dejó salir de debajo de su camisa una larga bufanda que rodearía su cuello, se puso su ya icónica máscara, y Denis pasó a ser D.I.M.V.

Decidido, D.I.M.V. esquivó la basura del suelo, hasta llegar al oscuro umbral que escupía humo, y lo atravesó.

No había rastro de ninguna fuente para la tenue luz, todo estaba oscuro, y el lugar estaba rodeado por una sensación pesada. D.I.M.V. intentó esbozar una palabra, pero se interrumpió a sí mismo cuando sintió un calor silencioso acercarse. Intentó darse la vuelta para observar la fuente, pero este calor se transformó en dos fuertes pares de brazos que se alzaron y lo retuvieron.

Los más débiles rayos de luz de luna penetraron por el umbral para dibujar el rostro de un hombre que se acercaba a D.I.M.V..

"¿Qué sabes de mí? ¿Quién eres? ¿Qué quieres?", dijo una voz cortante.

El estrés de la situación fue palpable incluso para seres con un tacto menor al nuestro. Alborotados, comenzaron a revolverse por el bolsillo del pantalón de D.I.M.V., algo que el preguntón notaría.

"¿Qué tienes en ese pantalón?"

"Garravizzo, por favor, no tengo esa clase de intereses con usted".

Garravizzo ríe unos segundos, antes de borrar su sonrisa y patear la entrepierna del retenido. D.I.M.V. cayó en su rodilla, e inmediatamente después, cientos de pequeñas criaturas arácnidas salieron desde el bolsillo de su pantalón para atacar a sus captores.

Garravizzo intentó quitarse las arañas, pero lograron derribarlo y retenerlo en el piso. Uno de los lacayos del hombre de burdeo intentó volver a capturar al intruso, pero fue detenido por el lanzamiento de ácido de varias de las criaturas arácnidas, que quemaría su brazo y derretiría su piel y su tinta. Ambos lacayos dieron un paso atrás.

D.I.M.V. dio un fuerte bramido, como el de un toro, y las arañas regresaron rápidamente a su bolsillo hasta que ya no quedó ninguna fuera. D.I.M.V. se acercó a Garravizzo y le ofreció su mano, pero este último la empujó a un lado y se levantó por su cuenta.

"Puedo levantarme solo, hombre araña", se molestó Garravizzo.

Sus lacayos intentaron volver a retener al ahora distraído D.I.M.V., pero Garravizzo los detuvo con un gesto de su mano.

"¿Y bien, DIMV? ¿Piensas responder a mis preguntas?", Garravizzo se cruzó de brazos.

"Sé que es un gran artista. Soy D.I.M.V., un fan. Y quiero charlar con usted".


En una habitación mayormente blanca y bien iluminada, en los subsuelos de una escuela abandonada hace mucho tiempo, Garravizzo y Denis se encontraban sentados juntos en el piso, con pintura de diversos colores manchando sus rostros, sus manos y su ropa, y coloreando un montón de hojas de papel.

"¿Es una broma? ¿Lo dices en serio?", Garravizzo dibujó un par de ojos.

"Si, si, te lo prometo. Solo me dejé guiar por el instinto. En otras palabras, ni puta idea de dónde estaba; solo fui por todas la calles hasta que vi el humo raro y entré", Denis dejó salir una carcajada.

"Para qué me esfuerzo", rió Garravizzo, "seguro las criaturas dejaron salir unas feromonas que te guiaron por el camino correcto"

"Si, si. Seguro", Denis dibujó una fila de dientes. "Los mismos que luego te humillaron".

"Pff", Garravizzo empujó suavemente el hombro de Denis, "me dejé vencer. ¿No pensarás que caería tan fácil después de todo este tiempo? No. Tenía interés en esta reunión también."

"Ah, ¿si?", Denis lo miró de frente.

"Si. Hice mi tarea y te investigué. Fan de las criaturas y las bestias, del anarte, la interpretación artística, el ballet, las máscaras, de dar un mensaje contundente. Has provocado revuelo más de una vez con tus obras, de esos que hieren a la gente. Seguramente has sido un dolor de cabeza para las instituciones ocultas más de una vez", dibujó unas cejas.

Sin despegar sus ojos de Garravizzo, Denis acercó lentamente su mano al bolsillo de su pantalón.

"Son este tipo de cosas las que me hicieron llegar a la conclusión de que tu arte es incomprendido, justo como lo es el mío"

Denis alejó su mano del bolsillo, y la acercó a su hombro.

"Wow, ¿cómo sabes tanto de mí tan rápido? ¡Tu libreta de contactos debe estar que revienta!"

"Con el tiempo aprendes a crear contactos. Aunque me facilitaste bastante las cosas, si te soy honesto", apuntó a la cabeza de Denis, "¿No has pensando en esconder ese cabello? Quiero decir, no hay nadie que se tiña de ese color, y luego cuando ves que hay un enmascarado liberando criaturas raras que tiene el mismo color de pelo, bueno, no es tan difícil hacer la relación".

"Je, no lo necesito", se cruzó de hombros, "tal vez incluso mejor si saben quién soy; más reconocimiento".

"¿Reconocimiento?", Garravizzo ríe a carcajadas, "es precisamente el reconocimiento de lo que nunca debes ir sobrado. El conocimiento gesta las peores ideas en los malaventurados. Una vez saben de ti y dónde estás, desapareces".

"¿Cómo así?"

"Así como lo escuchas. Tu máscara y lo que esconde están enredados con lo sobrenatural, y eso más temprano que tarde acaba provocando que desaparezcas. Pero no es como si la gente se preocupara por ti luego, no. Es más bien como", cierra el puño y luego lo abre,"¡Puff! Nunca exististe. Y si alguien se llega a acordar de ti, es peor, porque solo significa que será el siguiente. Eso no es normal, incluso para este mundo que conocemos. Hay alguna organización, o algo pensante, que desaparece a la gente".

"Genial".

"Me vas a sacar canas verdes", Garravizzo tomó un frasco de pintura verde y la dejó caer sobre su cabello, "de hecho, ya lo hiciste".

Denis ríe.

"Está bien, si, entiendo lo que me dices, pero", tomó dos pares de pinceles con sus dos manos y, con rápidos trazos, convirtió el dibujo de la sonrisa en una gran bestia que devoraba a tres hombres, montada por sí mismo, "tengo mi propia forma de afrontar los problemas".

Garravizzo negó con la cabeza tres veces.

"¿Demasiado?", Denis ladeó su cabeza.

"Demasiado. Además, tenía ganas de dibujarlo diferente", Garravizzo se encogió de hombros, "pero no es lo importante. De todos modos, te haría bien no mentir, la conversación se ponía interesante".

"No miento, es la verdad".

"¿No vigías? ¿No trazar rutas? ¿No fabricar escondites? ¿No investigar a la gente? ¿Nada?"

"Nada. No es necesario".

"No es necesario, dices", Garravizzo suspira. "Afortunado, un ángel vela por ti. Pero esos no son para siempre. ¿Qué harás cuando le corten las alas y lo estampen contra el suelo? ¿Cuánto tu suerte se acabe y solo quedes tú? Aún más importante, ¿qué se supone que siquiera haces aquí entonces?"

"Ya veré cuando suceda. Para lo último, ya te lo dije, quería conocerte".

"No, quiero decir, en este país, en Argentina".

"Oh, eso, pues", Denis se rascó la nuca, "buscar algunos cadáveres. Vi en la tele que el coronavirus estaba pegando fuerte aquí, y no estaba muy lejos, así que aquí vine. ¿Qué hay de ti?".

"Vacunas. Oí que el mercado negro se supliría de ellas aquí antes que en cualquier otra parte de América. Algo sobre un trato especial con el gobierno. He estado esperando el momento para comprarlas, pero aún no las liberan. Con lo que me costó llegar por culpa de las cuarentenas y no las tienen a tiempo".

"Tampoco te gustan las cuarentenas, ¿verdad?"

"Claro que no. Aumentaron el control en todos lados. Ahora te piden más identificaciones y la temperatura corporal. Sobrevivo a base de identificaciones falsas y locales anti-cuarentena, pero lo primero es difícil de obtener y solo las debo usar una vez o dejaré rastro, y lo segundo es algo volátil en lo que no puedo confiar por siempre", suspira, "normalmente creería que tu caso es el mismo pero algo me dice que es diferente, ¿no es así?"

"¡Reconocimiento!"

"Me lo imaginaba"

"Aunque, tampoco soy muy fan de ellas. Primero la gente tuvo miedo de salir, y luego fue regla que no salieran. ¿Sabes lo que eso afecta a la audiencia? Nunca había tenido públicos tan escasos en toda mi carrera de artista. Y es triste. Si al menos la cifra se mantuviera no estaría tan mal, pero se ha reducido exponencialmente. ¿En dónde iremos a parar?"

"¿No has pensado en que dejar de matar gente ayudaría a tener más público?"

"No habría impacto", ríe, "pero, de todos modos, quisiera que la gente volviera a salir. ¿Algunas ves has visto una multitud desde el cielo apreciar tu trabajo? Es hermoso. Esta ciudad te ofrece buenas vistas cuando vuelas, como cuando llegué y vi las montañas y los campos".

"¿Qué?", Garravizzo se inclinó hacia Denis, "¿Tomaste un puto avión? ¿Eres un puto subnormal infradotado de mierda o qué?"

"No… Volé en una de mis obras, señor"

Garravizzo siguió mirando serio a Denis por unos segundos. Denis apartó la mirada, incapaz de encontrar brillo en sus ojos. Garravizzo se echó a reír a carcajadas.

"Claro, para evitar regulaciones y contagios, eso es muy ingenioso, ¡buen trabajo!"

"Ah… ¿si? Gracias, supongo"

"Y, ¿para qué los cadáveres?"

"¿Para qué?", Denis lo miró confundido, "pues, para darle vida a mis obras. Especialmente los cadáveres recientes son buenos, es más fácil que sigan órdenes cuando tienen su mente más fresca, como somnolienta".

"Curioso".

"No entiendo, ¿usted no usa cadáveres para sus chicas bidimensionales?"

"No", Garravizzo se rascó la nariz, "solo mi pluma y mis manos".

"Espera", Denis se levantó, "¿puedes crear vida?"

"No lo llamaría vida, pero algo así, si", Garravizzo se levantó y ordenó su traje, "aunque toma su tiempo"

"Garravizzo, señor, ¿qué estamos haciendo? Dejemos la pintura y los lápices a un lado porque lo que tenemos aquí es una oportunidad de oro. Usted es la clave para que mi arte llegue a nuevos límites. Por favor", Denis extendió su mano izquierda, puso su mano derecha sobre su pecho, bajo la cabeza y se arrodilló, "permítame tener el honor de colaborar con usted".

"¿Una colaboración…?", Garravizzo acarició su mentón, "no lo—"

"Por favor, señor, ¿cuándo fue la última vez que se divirtió? Por lo que me cuenta, su vida debe ser un encierro incluso desde antes de las cuarentenas. Aunque solo sea por esta vez, vuélvase loco y deje salir su espíritu creativo. Hay un gran artista dentro de usted que se lo pide a gritos, lo he visto en sus obras, y no puedo soportar que se quede sin ser escuchado"

Garravizzo observó fijamente a Denis por unos segundos, antes de abrir la boca.

"Te inspiraste, ¿eh? Bien, que comience la lluvia de ideas".


Un gran parque decorado por una pequeña iglesia en el medio, con una frente a las montañas y una espalda a la ciudad, se encontraba durmiente de vida, hasta que los pasos sobre la tierra de dos hombres acabaron con el anciano silencio.

__"Es aquí, Víctor", __

"Es aquí, Víctor", dijo el Agente Steffano González a su pupilo estrella, "poné la manta sobre el pasto y sentémonos un rato antes de entrenar"

"Si está bien bonito aquí, qué raro que no haya nadie", Víctor puso la manta y la canasta encima.

"Es de esos terrenos que el gobierno compra y nunca usa", Steffano saca un sandwich y lo mastica, "cuando ando por la zona siempre paso por aquí, es bien tranquilo".

Un movimiento telúrico rompe la paz. Su intensidad y ruido son crecientes, llegando a impedir que los agentes puedan ponerse de pie.

"¿¡Qué le pusiste a los sanguches!?", Steffano escupió el bocadillo.

La tierra frente a ellos se abrió bruscamente, generando una nube de polvo y una lluvia de césped y trozos de tierra. Cuando se disipó, pudieron observar a una criatura ovoide con la apariencia de un gusano segmentado, de al menos 4 metros de alto, cubierto por máscaras blancas con agujeros con la forma de huevos simulando rostros sorprendidos, y unas telas rojas a los lados. Cuando el gusano salió por completo, era como si un gran telón móvil se hubiera asentado frente a ellos.

Una vez en posición, el lateral del gusano burbujeó antes de estirarse y romperse violentamente, impulsando por los aires confeti azul y rosado, y con el flujo de sus vísceras ahora derramadas empujando un huevo tan alto como el gusano y dos huevos pequeños como sillas.

Los huevos pequeños fueron golpeados desde adentro hasta que se abrieron. Desde las agrietas y aberturas, dos brazos simiescos pero emplumados se estiraron, tocaron el cascarón el uno del otro, se abrazaron, y luego con sus garras dibujaron una máscara con una sonrisa feliz sobre el cascarón del otro.

Sin dejar ver lo que había dentro, ambas criaturas estiraron hacia delante sus nuevas máscaras con sus rostros, y se tomaron de la manos.

"¿Qué?", dijeron al unísono Víctor y Steffano

La atención de los presentes volvería a enfocarse en el huevo grande cuando golpeteos desde su interior se hicieran audibles.

"No se abre", dijo un molesto Garravizzo

"Si, eh, bueno, a veces pasa", rió Denis, "deme el diente que le di, por favor"

"Aquí tienes"

Víctor y Steffano sacaron sus pistolas de la canasta de picnic, y apuntaron a los huevos. Dos fuertes golpes en los laterales del huevo, y luego un fuerte graznido.

"¡Agárrate!", gritó Denis.

El huevo comenzó a mecerse cada vez más fuerte. Las pequeñas criaturas quedaron en shock. Y antes de que pudieran hacer nada, el gran huevo cayó sobre ambas, aplastándolas.

Ahora roto, el gran huevo dejó ver a los monstruos en su interior. Un torso grande y ancho como el de un pollo cocido, una pequeña cola levantada similar en aspecto al tórax de una mantis pero en comportamiento a la de un perro, dos guantes de nitrilo haciendo extraños movimientos incesantemente donde deberían haber alas, dos largas piernas humanas femeninas que acaban en una pezuña similar a un tacón.

Su cuello tenía la maleabilidad de un globo inflable y un rostro a la mitad que siempre parecía estar queriendo gritar pero del que no salía nada, una cabeza como la de una gallina pero con un guante de nitrilo como cresta, unos grandes ojos negros cubiertos por una membrana similar a una mascarilla sobre la que se encontraban dibujados dos ojos animados al estilo manga que parpadeaban regularmente, y un pico que en su interior refugiaba a muchas bocas tosiendo.

El contorno de la criatura siempre se encontraba rodeado por una gruesa línea negra, se meneaba como si estuviera hecha de hule, y sobre su torso se encontraban dos sillas donde se sentaban Garravizzo y D.I.M.V. Este último sujetaba dos probóscides que funcionaban como arreo.

"¿Y los pequeños?", preguntó Garravizzo.

"Bueno, esto es desafortunado, pero creo que los aplastamos", respondió D.I.M.V.

"Estás cosas te pasan muy seguido, ¿verdad?", frunció el ceño y sonrió Garravizzo.

"Eh, gajes del oficio", se encogió de hombros D.I.M.V.

"¡Eh! ¡Ustedes dos!", gritó Steffano, aún apuntándoles con su arma, "la obra fue un desastre. ¡Vengan a devolvernos el dinero o yo mismo se los saco de sus manos!"

"Vámo-", Garravizzo fue interrumpido.

"Oh, mire nada más, señor, ¡estamos de suerte! ¡Esas cabezas de huevo serán perfectos reemplazos para la práctica de nuestra obra!", alzó su mano D.I.M.V.

"No. Vamos a llamar demasiado la atención. Vámon—", Garravizzo se interrumpió a sí mismo.

El gatillo apretado, una bala se disparaba a velocidad subsónica desde la pistola de Steffano, con una dirección fija al hombro de Garravizzo. Cuando la bala se encontraba a punto de impactar, una fuerza invisible empujó con fuerza hacia abajo su hombro, dislocándolo en el proceso. Una vez esquivado el uso de la fuerza, Garravizzo tomó su brazo, y con fuerza lo encajó de nuevo en su sitio.

"¡Wow, señor! ¡No sabía que podía hacer eso!"

"¿Sabes qué, D.I.M.V.? Olvida mis palabras; da rienda suelta a tu creatividad".

D.I.M.V. pusó dos dedos en su boca y dejó salir un fuerte chiflido a la vez que arreó fuerte a la bestia.

"¡Bienvenidos, escoria humana, a la noche, o más bien día, más increíble de sus vidas!", gritó D.I.M.V.

Víctor y Steffano comenzaron a disparar mientras que la bestia arreada por D.I.M.V. esquivó y escudó los disparos con su propio cuerpo.

"Oh, coronavirus, peste de este mundo. Te alzas imponente sobre las masas temerosas de un mañana que podría no llegar", D.I.M.V. arreó fuerte.

La bestia dio un fuerte picotazo contra Steffano, quien logró esquivándolo haciendo una voltereta hacia atrás. Víctor intentó flanquear a la criatura, pero esta hizo un movimiento rápido de su cuello y lo empujó cerca de Steffano.

"Cuando apareciste, cerramos las puertas, bloqueamos las ventanas y rezamos bajo la cama. Soñamos con abrazar a nuestros seres queridos, pero no lo hicimos por miedo a morir", D.I.M.V. golpeó a la criatura.

Steffano disparó tres veces a la criatura mientras esta corría en su dirección, acertando un disparo en la boca de su cuello, provocando que la bestia tuviera un pequeño espasmo antes de continuar su carrera. Víctor y Steffano se miraron a los ojos, y corrieron en direcciones opuestas.

"La corona ordenó un ataque tras otro en una batalla global que aún no termina", Garravizzo se levantó, "¿y qué hicieron aquellos que visten la corona de nuestras sociedades?"

D.I.M.V. sacó un látigo desde debajo de su máscara, y se lo lanzó a Garravizzo, quien lo atrapó y lo usó en contra de Steffano, dándole en el pie y tirándolo al suelo.

"Aprovecharon la oportunidad para dejarnos aún más en el suelo", Garravizzo alzó una vez más el látigo, pero un disparo de Víctor lo cortaría en dos.

El látigo dejaría salir un chillido, y su sangre caería sobre el rostro de Garravizzo.

"¿No pudiste comprar uno normal en un mercado mejor?", se limpió la sangre de la cara.

"No se salga de personaje", susurró D.I.M.V., "¡Ignorancia intoxicante! ¡Gritaron seguridad! ¡Olvidaron lo demás! ¡Alimentaron el cuerpo pero olvidaron el alma! ¡El alma se nutre del arte! ¡Del arte que está allí afuera!"

La bestia dio un picotazo contra Steffano, quien no logró esquivarlo. Antes de poder dar otro picotazo, Steffano logró ponerse de pie y disparar al rosto del cuello, provocando otro espasmo. Víctor disparó otra vez contra los jinetes, pero el movimiento de la criatura y su cuerpo evitarían los impactos.

"¡Basta de esto! ¿¡Por qué no mejor se detienen y se rinden de una vez ustedes y su querida AWCY!?"

Garravizzo y D.I.M.V. se miraron las caras entre sí.

"¿Qué mierda es AWCY?", dijeron al unísono.

Sin dejar de ver a los jinetes, Steffano notó en su vista periférica que Víctor hizo un gesto hacia su pistola, denotando que ya no quedaban más balas. Steffano apretó dos veces algo dentro de su bolsillo.

"Suficiente. Ya hemos estado mucho tiempo aquí, vendrá más gente. Vámonos", ordenó Garravizzo

"¿¡Eh!? ¡Pero si ya estábamos llegando a la mejor parte! Con todo eso que decías de que se muera la criatura y aún así los pequeños se escondan temerosos de ella hasta morir de viejos", debatió D.I.M.V.

"Suficiente es suficiente. Salgamos de aquí antes de que estemos rodeados"

"Pero— Agh, está bien, señor"

D.I.M.V. metió su mano dentro de una pequeña abertura entre las probóscides, provocando un fuerte grito en una frecuencia inaudible que aturde a Víctor y Steffano, quienes no lograron hacer más que llevar sus manos a sus orejas.

La criatura se puso en dirección a Víctor.

"Le cedo el honor, señor"

"¿De qué hablas?"

"De matarlo, claro. Aunque sea uno antes de irnos, para dejar huella. Llámelo una firma, si así lo desea"

"No creo que—"

"No se ensucia las manos, ok, ya entendí. No importa, lo haré yo", D.I.M.V. arrea fuerte y la criatura comienza a correr en dirección al aturdido Víctor.

A medio camino, Garravizzo toma las probóscides y las jala hacia atrás, ralentizando a la criatura, pero no deteniéndola.

"¿¡Eh!? ¿¡Qué está haciendo!? ¡Tiene que ir más lento que a esta velocidad no lo vamos a matar!"

Antes de que la criatura embistiera a Víctor, Garravizzo la mueve hacia la derecha, alza su brazo izquierdo, y le da una fuerte nalgada al agente, haciendo que caiga al suelo.

"¡Hasta luego, guapetón!", Garravizzo ríe.

Cuando sus oídos se recomponen, Steffano se reúne con Víctor, arrodillándose a su lado. Mientras Steffano revisa que esté bien, Víctor observa como los monstruos se huyen hacia la montaña.

"Che, Víc, quedaste con la cara roja"

"¡Cerrá el orto, pelotudo! ¡Es porque recién estábamos peleando!"

"Te estoy jodiendo", Steffano ríe. Víctor se une a las risas poco después.


Lejos del pavimentos y el tendido eléctricos, en los secos cerros donde el pálido café solo era interrumpido por un patrón moteado de pequeños arbustos verdes y algunas piedras, la criatura comenzó a jadear de cansancio.

"¿Qué fue eso?", D.I.M.V. preguntó

"Una nalgada, ¿nunca habías visto una antes?", Garravizzo rió fuerte

"Ya no estoy jugando. ¿Qué fue eso?"

"Eres un idiota, Denis. Con ese grito todo el mundo y sus madres estuvieron claros que algo anormal sucedió por ahí. Teníamos que irnos o quedaríamos rodea—"

"Te escuché la primera vez. No. Yo hablo de dejar vivo a esa escoria. Pudimos perfectamente asesinarlo antes de irnos, era algo que nos quedaba de paso, pero no, lo evitaste. ¿Por qué?"

Garravizzo guardó silencio.

"No me dejes así ahora. Tú mismo lo dijiste. Hay algo organizado que hace desaparecer a la gente como nosotros. Estoy seguro que sabes que una persona normal hubiera huido tan pronto como nos hubiera visto, o al menos quedado en shock, o sorprendido, pero no. Ellos se quedaron a pelear. Ellos no eran gente normal. Ellos son parte de lo que nos mata. Y hoy viven un día más para contarlo, para desaparecer más gente, por que tú los dejaste vivo. ¿Cuál era tu plan esta vez entonces?"

"Eres un idiota, D.I.M.V. Matar a uno no resolverá nada. Solo es cultivar problemas, alguien querrá vengarlos, y ya tengo suficientes problemas como para encargarme de más. Además, ¿matar como firma? ¿Qué acaso tienes 4 putos años? Te haces el artista veterano pero aún no puedes dejar esa clase de cosas atrás, eres un infantil"

"¿Qué dijiste?"

"Ouh, ¿qué le pasó al niño? ¿Le toqué una fibra sensible"

D.I.M.V. frunce el ceño en silencio, sin apartar la mirada

"¿Bebé quiere llorar? ¿Le traigo su chupete? ¿Tal vez a la mami? ¿Eh, infantil? Infantil. Puto infantil de mierda"

D.I.M.V. apuñala a Garravizzo.

Garravizzo le da una patada, votándolo de la criatura y haciendo que ruede por la montaña.

Cuando deja de girar cuesta abajo, D.I.M.V. se sentó, se arrodilló, y luego se puso de pie. A la vez, centenares de pequeñas criaturas como arañas salieron desde el bolsillo de pantalón y se apresuraron a vertir un líquido regenerativo en las heridas de su amo.

D.I.M.V. mira como Garravizzo huye con la bestia mientras se limpia la sangre de su nariz con su mano izquierda. Da un par de golpeteos a sus zapatillas, desde la que salen dos gusanos que lo escalan hasta adherirse a sus omoplatos, y dejan salir unas grandes alas que lo levantan por el aire.

D.I.M.V. observa una vez más a Garravizzo, antes de dar la vuelta y volar en dirección contraria.


Garravizzo galopa sobre la montaña, el sol dando sus últimos respiros en el fondo. Con una mano arrea a la criatura, y con la otra presiona sobre su herida entre el diente apuñalador. Garravizzo observa su mano, pero no ve sangre. En su lugar, un líquido negro y espeso se escurre entre sus dedos.

Ríe.

"Qué estúpido. Bajaste demasiado la guardia. Tener amigos", ríe más fuerte, "¿En qué mierda estabas pensando?"

Garravizzo se quita el diente del abdomen y luego lo clava la abertura de la criatura, para luego moverlo bruscamente en todas direcciones. La bestia se retuerce de dolor antes de tropezar y caer junto a su jinete por la ladera.

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